viernes, 20 de septiembre de 2013

Feria de Albacete 2013: una afición en caída libre. Triunfalismo y torerismo en grado máximo...

No voy a hacer una crónica al uso. Casi no voy a hablar de toros ni de toreros. Casi no voy a hablar de las actuaciones tanto de unos como de otros durante la recién terminada feria taurina de Albacete. Para ello hay críticos y cronistas mucho mejores que yo que han seguido la feria día a día y que han reflejado lo acontecido en la "chata"  tarde tras tarde. Eso sí, unos con más realismo y otros con menos. Este año, por suerte o por desgracia, he podido ver pocas corridas de la feria. He estado en alguna de ellas, otras las he visto por televisión y el resto las he seguido por medio de radio, vídeos y resúmenes de los festejos colgados en los distintos portales de internet. Aun así tengo mi opinión clara y concisa de lo que allí ha pasado. Ya dije en su día que la feria me gustaba en cuanto a presencia de toreros. Había variedad, estaban los que se lo habían ganado en distintas plazas como Madrid y Sevilla principalmente (aunque no todos) y me faltaban Juan del Álamo y Jiménez Fortes, uno por su gran temporada y otro por su gran actuación en la plaza de Albacete en la feria 2012, una actuación muy importante que casi nadie supo ver en su momento. No me sorprende que el público de Albacete no supiera verlo (tal y como está el nivel de entendimiento taurino y exigencia es normal que no lo vieran), lo que me preocupó es que la empresa, con varios matadores de toros en ella, tampoco se dieran cuenta de lo que hizo aquella tarde el valiente torero malagueño.Hasta ahí creo recordar que le daba un ocho sobre diez a la feria. También dije que en cuanto a ganaderías les daba un aprobado raspado ya que me faltaba una corrida torista y me sobraban otras que no debían estar y que estaban más por paisanaje que por otra cosa. Pues bien, una vez visto el ganado que ha saltado a la feria este año, he de decir que este ha estado bien presentado, a excepción de los tres primeros toros de la corrida de Victoriano del Rio y otros tres toros de la de Daniel Ruiz del día 17 (que sustituyó a la rechazada de Las Ramblas) que fueron indignos para una plaza como la de Albacete y alguno de ellos hasta incluso sospechosos de pitones. La casta y el comportamiento de los animales ya ha sido otro cantar. Si me tengo que quedar con algo me quedo con la novillada de Pedrés. Por presencia, hechuras y comportamiento. Una pedazo de novillada muy brava y encastada en líneas generales que superó a los tres novilleros y que hizo que estos pasaran un mal rato. Hasta cierto punto puede ser entendible en tres chavales que tienen un corto bagaje como profesionales. Del resto créanme que hay poco que decir. Un sobrero bueno de Alcurrucén que hizo 5º bis el día 8, dos buenos toros de Daniel Ruiz el día 10 (5º y 6º, "Morisqueto" y "Pescadero" respectivamente) y poco más. Muchos nobles y manejables sí, como otros de Daniel Ruiz el día 10 , Jandilla o Puerto de San Lorenzo pero con sólo eso: nobleza. Nada de casta ni de bravura. Las decepciones más grandes vinieron de parte de las corridas de Samuel Flores, Alcurrucén, Victoriano del Río, Daniel Ruiz (el día 17) y la novillada de los Lozano. En cuanto a los toreros, me gustaron las actuaciones de Rubén Pinar (que se jugó la vida con su primer toro de Samuel Flores), Sergio Serrano (con mucho poso y firmeza en la misma corrida de Samuel), Aguilar y Fandiño, que aunque no contentaron al respetable sí dejaron la huella de su toreo puro y verdadero de pierna adelantada y suerte cargada, Castaño con el 4º de Samuel, con el que anduvo muy templado y decidido y Castella con el 6º de la de Daniel Ruiz el día 17 donde al menos expuso y se la jugó con un animal que soltaba mucho la cara y era cuanto menos incierto y los novilleros Sergio Felipe y Martín Escudero, que demostraron valor y un concepto del toreo puro y verdadero tan poco común hoy en día entre los chavales que quieren ser toreros. En cuanto a El Juli y Perera no voy a ser yo el que les quite el mérito de sus triunfos rotundos. Tanto uno como otro han entusiasmado al público de Albacete. Han cortado un montón de orejas y han posibilitado vueltas al ruedo e indultos inmerecidos a sendos toros de Daniel Ruiz. Pero todo eso con el toreo moderno, ese que esconde la pierna y en el que no se carga la suerte. Perera es un torero que siempre me ha gustado. Creo que es el torero con más valor del escalafón. Se queda más quieto que nadie, pero tiene un defecto: esconde mucho la pierna de salida y como digo, no carga la suerte. Si hiciera estas dos cosas, que las puede hacer si quiere porque valor le sobra, nadie podría toserle. Tanto El Juli como Perera han completado una buena feria para el público en general. Para el aficionado de verdad no tanto. Y es que ese público de Albacete ha sido la mayor decepción de todo el ciclo taurino. Un público triunfalista y conformista que ha regalado orejas, vueltas al ruedo e indultos sin justificación aparente. Un público cuyo nivel de exigencia se encuentra en caída libre desde hace algunos años y que a este paso se pondrá muy pronto al nivel de plazas de tercera categoría. Un buen aficionado y amigo, hace unos días, se lamentaba de que su Albacete era ya en exigencia y entendimiento taurino como la vecina Murcia. Así está esto. Lamentablemente Albacete ya no tiene la afición que tenía hace veinte años cuando siendo todavía un niño empecé a ir a los toros en su plaza. Una afición que pedía los papeles a ganaderos y toreros. Una afición crítica con lo que ocurría en la plaza como pocas en España. Una afición de diez que ahora es de suspenso y sin recuperación. Sólo así se puede entender que ningunearan e incluso pitaran las actuaciones de toreros como Iván Fandiño, que si bien es cierto que anduvo mal con la espada el día de la corrida de Alcurrucén, no era como para meterse con él como se hizo, ya que mostró un toreo de distancias, pierna adelantada y pureza máxima que nadie supo ver. Ante un torero así, con esa disposición, hay que minimizar su fallo a espadas. O al menos eso creo yo. No estamos sobrados de toreros puros. El público de Albacete ha sido partícipe también de un indulto inmerecido que a todas luces estuvo de más porque, ese toro de Daniel Ruiz, "Pescadero" de nombre, no fue merecedor de tal premio ni mucho menos. Fue un toro noble y bueno, con movilidad y transmisión pero no lo suficientemente bravo como para merecer el indulto. Hay que indultar la bravura, no la nobleza toreable. Y es que toreabilidad la tuvo toda, pero con eso no basta. "Pescadero" hizo una mala pelea en el caballo, protestando al castigo y sin empujar lo suficiente. Sólo por eso nadie debería haber pedido su indulto. Curiosamente para mí fue mejor el 5º toro de esa misma tarde, de nombre "Morisqueto", al que El Juli cortó una oreja y que paradójicamente no se le dió la vuelta al ruedo tal vez merecida porque nadie la pidió. Este toro, a la postre ha sido declarado mejor toro de la feria según el Club de Abonados de la plaza de toros de Albacete. Sí se le dio por contra la vuelta al ruedo al 2º de la tarde de Daniel Ruiz el pasado día 17. Y se le dio no porque lo pidiera el público o lo ordenara el Presidente, sino porque su matador (El Juli) lo pidió. Nadie le dijo que no. El triunfalismo reinante en el ambiente y la baja exigencia de una afición en decadencia hizo el resto y la vuelta al ruedo (inmerecida para mí porque resultó ser un toro noble y bueno pero no extraordinario), fue un hecho. Acontecimientos negativos a parte, he de decir que al igual que critíco a la afición de Albacete también reconozco su fidelidad a esta plaza. El público ha respondido tarde tras tarde y en todos los festejos ha habido excelentes entradas. Si no me equivoco, ningún día se ha bajado de los tres cuartos del aforo y en al menos tres tardes el lleno ha sido aparente. En ese sentido chapó al público de Albacete y a la promoción de la Feria por parte de la empresa. Acabó la Feria 2013 con ese regusto amargo de una plaza y de una afición que estamos perdiendo irremisiblemente. Una historia que se está diluyendo gracias a la modernidad light que impera en el mundo de los toros hoy en día y que es responsabilidad directa de las figuras que mandan en esto y de sus empresarios y ganaderos fetiches, los cuales están imponiendo un toro de juguete. Y que conste que cuando digo esto no estoy pidiendo un animal mastodóntico, con una cuerna aparatosa y 600 kilos de peso. No. No pido el torofante. Pido el toro bravo y con casta, con sus hechuras y presencia correctas. Sin estridencias. Pido el toro fiero que no regala ninguna embestida de forma gratuita. El toro que primero hay que poder y someter para luego después crear arte con él. Un toro que de miedo y no pena.Y pido una afición que sea crítica y que denuncie los atropellos y la falsedad que hay en la Fiesta actualmente. Una afición inconformista y exigente que reclame la verdad. Por desgracia Albacete ya no es esa afición que un día fue, como no la es la de muchas plazas de toros que hace tiempo cayeron en el ostracismo más absoluto. Llevan razón los que dicen que algún día nos cansaremos de alzar la voz y de criticar tanto, y que tarde o temprano acabaremos yéndonos al bando de la apoteosis barata, aunque sólo sea por comodidad y por quitarnos problemas y enfrentamientos desagradables. Yo por si acaso de momento seguiré en mi lugar le pese a quien le pese. La verdad sólo tiene un camino y ese camino es por el que quiero andar...

viernes, 13 de septiembre de 2013

Una miurada como las de antes... Villanueva del Arzobispo (Jaén), 8-09-2013.


El pasado domingo me desplacé a la localidad jienense de Villanueva del Arzobispo para ver la corrida de Miura que allí se lidiaba. La cita, al menos para mí, era ineludible. Los toros de Zahariche, una de mis ganaderías predilectas, iban a ser lidiados por Rafael Rubio "Rafaelillo", Alberto Lamelas y José Carlos Venegas. Llegué allí a eso de las doce, justo para el sorteo y enchiqueramiento de los toros. En los corrales de la plaza descansaban los seis toros que saltarían por la tarde a la arena de Villanueva. La corrida, correcta de presentación para una plaza de tercera categoría, tenía unas hechuras muy bonitas. "Debe de embestir", decía todo el mundo a las doce de la mañana. Eso sí, los toros respondían a las características típicas de la ganadería: largos como trenes, altos, sin barriga, huesudos y con alguno que otro que superaba los 600 kilos de peso. Tras el apartado, tuve la suerte de charlar un rato en el hotel con uno de los toreros de la tarde, el murciano Rafaelillo, amigo del Twitter y torero aguerrido y honrado donde los haya. Básicamente nuestra conversacón versó sobre su corrida de Pamplona y más concretamente sobre su segundo toro aquella tarde, un Miura terrorífico de nombre "Cartuchero" número 14 y 600 kilos que pronto colgará disecado en las paredes de mi casa. Me confesó que aunque su primer toro, de nombre "Pinturero", había tenido un comportamiento más noble, el que era realmente bonito y daba más miedo era "Cartuchero". "Tenia una cabeza y unos pitones impresionantes", me dijo el torero murciano. Anécdotas aparte, a eso de las seis menos cuarto de la tarde entrábamos en la plaza de Villanueva para ocupar nuestra localidad. La corrida, bajo una temperatura agradable, comenzó con 35 minutos de retraso porque al parecer no dejaba de entrar gente a la plaza. Sinceramente no me pareció bien este retraso ya que si algo tiene fama de puntual en el mundo son las corridas de toros. Lo positivo de este retraso es que la plaza registró una magnífica entrada, rozando el lleno con unos tres cuartos largos del aforo cubierto. Una buena muestra de cómo hacer bien las cosas en un pueblo humilde y sencillo de la provincia de Jaén. Aparte de una buena promoción de la empresa Taurina de Buendía y en concreto de su empresario Jorge Buendía, el reclamo de los toros de Miura hicieron el resto. Y es que no todos los días se ve una corrida de toros de la legendaría ganadería de la A con asas. Así las cosas, el primero de Miura resultó reservón, el segundo noble y con una gran pelea en el caballo y el tercero fue incomprensiblemente devuelto a los corrales por doblar dos veces las manos (a pesar de que tenía una extraordinaria condición). En su lugar salió el que estaba previsto como sexto, ya que Venegas corrió turno. Gran toro este de Miura, que resultó noble y bravo. El cuarto fue extraordinario. Bravo, con movilidad y mucha nobleza, permitió que Rafaelillo le armara el taco cortándole las dos orejas y el rabo. Se le concedió la vuelta al ruedo en el arrastre.El quinto fue quizás el garbanzo negro de la tarde: toro complicado y peligroso que se las hizo pasar canutas a Alberto Lamelas, volteándole incluso de manera aparatosa afortunadamente sin consecuencias. A pesar de ello el toro transmitió emoción a los tendidos, aunque fuera de miedo. En sexto lugar salió un torazo de El Conde de la Maza, grande y muy serio que resultó noble y manejable a pesar de que casi le matan en el caballo. En cuanto a los toreros, he de decir que los tres estuvieron muy bien. Cada uno en su línea. A destacar Rafaelillo, que le armó un lío al cuarto con capote, muleta y espada cortándole las dos orejas y rabo. En su primero dió una vuelta al ruedo.
Me gustaron como siempre las maneras de Alberto Lamelas, uno de mis toreros predilectos hoy en día, a pesar de que se llevó el peor toro de la tarde.(Oreja y oreja) Y me llamó la atención la solvencia de un José Carlos Venegas que a poco que tenga suerte va a funcionar en esto. Le ví suelto, seguro y muy valiente. (Dos orejas y oreja). Al final los tres toreros salieron a hombros, la corrida fue buena y entretenida en lineas generales y los espectadores pudimos disfrutar de una buena tarde de toros. Por fortuna, todos salimos contentos de la bonita y coqueta plaza de toros de Villanueva del Arzobispo, y yo, particularmente, gocé como nadie al ver las preciosas estampas de los toros de Miura, con esa pesencia y hechuras que la hacen única, incofundible e irrepetible. Sin duda alguna, una de mis ganaderías predilectas...
Como anécdota, he de decir que compartí la corrida con Jorge Hornos, sobrino de la familia Hornos Valiente, actuales propietarios de la vacada de Hernández Plá junto con la de San Martín y Perez de la Concha, inscritas actualmente todas con el hierro de San Martín que en su día compraron al famoso ganadero mejicano don pepe Chafik. Ni que decir tiene que Jorge me sorprendió gratamente, puesto que pude comprobar que es un aficionado extraordinario y mejor persona.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El bochorno de Mérida...

He dejado pasar varios días a drede. Lo necesitaba. Era necesario asimilar todo lo que había visto en apenas dos horas para poder sacar una conclusión. Afortunadamente he sacado varias y ninguna de ellas positiva. Alguien en Twitter escribió unas horas después de la encerrona de Talavante en Mérida que leyéndo todas las opiniones de lo twitteros veía la cada vez más insalvable diferencia entre el taurinismo rancio y oficial  y sus voceros y el aficionado de a pié. Tal cual. No se podría haber explicado mejor. Y es que, bajo mi punto de vista, lo que se vió el pasado domingo en Mérida fue un espectáculo bochornoso de principio a fín. Y lo peor no es eso. Lo peor es que los periodistas taurinos encargados de retransmitir la corrida se erigieron injustamente en portavoces de un único pensamiento taurino, englobando en él a todos los aficionados a la Fiesta pese a que muchos desertemos de ello. Y eso amigos no es justo. Eso es un atropello. Lo que pasó el domingo en Mérida le pudo gustar a muchos espectadores (y digo bien, espectadores) de la Fiesta. Si me apuran le pudo encantar también a muchos aficionados (y digo bien, aficionados). Pero no a todos ni mucho menos. El aficionado de verdad, que cada vez ocupa menos hueco en el mundo del toro, sintió vergüenza ajena. Al menos eso me pasó a mí. Vergüenza e indignación mezcladas en un único sentimiento. Y es que los despropósitos se sucedieron en cadena. En primer lugar no me pareció bien que Televisión Española eligiera una plaza como Mérida (con todos mis respetos a esta bella ciudad extremeña) para retransmitir su única corrida del año. Y no me pareció bien por la sencilla razón de que si la cadena pública quería mostrar la Fiesta de los Toros al público en general lo hiciera en una Feria de tan poca importancia taurinamente. Una Feria con un toro chico y un triunfalismo en el ambiente que llegó a asfixiarme por momentos. Eso sí, Televisión Española fue a Mérida sin pagar un duro en concepto de derechos de imágen, los cuales fueron cedidos por parte de todos los intervinientes en el espectáculo en sus diversos campos de responsabilidad. Osea que no se jugó nada. Así no. Doy una y gratis. Eso no es apostar por la Fiesta de los Toros. Así también doy yo sesenta corridas al año.Televisión Española debería haber ido a una feria de mayor relevancia taurina, donde se mostrara un espectáculo serio y digno. Y eso sí, con la pasta por delante, aunque esa pasta sea tanto del contribuyente que quiere toros como del que los odia a muerte. Y para muestra un botón. La broma de Mérida la siguieron 1.064.000 espectadores y obtuvo un 10,8% de cuota de pantalla. Eso, amigos míos, son datazos a favor de los toros y más si resaltamos que cualquier domingo del año a esas horas tan sólo unos 500.000 espectadores están viendo la tele pública. Conclusión: la gente quiere ver toros en abierto. Sólo así se explica que el pasado domingo se doblara la audiencia habitual de esta cadena en ese día en concreto. Hasta ahí bien. Otra cosa es lo que se de y en qué condiciones. Pero eso ya es harina de otro costal... El pasado domingo, la cadena pública perdió la oportunidad de mostrar al público en general lo que es la Fiesta de los Toros en su concepto más puro. Hubiera bastado con un cambio de fecha y en consecuencia de plaza, apostando en su lugar por una como Bilbao o Madrid, por poner algunos ejemplos. Eso sí que habría sido mostrar nuestro espectáculo con todas las de la ley. Pero no, no fue así. Y es que el despropósito de Mérida tuvo varios alicientes. El primero y de los más importantes para mí fue el hecho de que tras la caída de Morante del cartel inicial se quedara su compañero Alejandro Talavante sólo ante seis toros, más si cabe cuando el aficionado lleva mucho tiempo pidiendo que los carteles se abran a otros toreros y se abandone de una vez por todas el mano a mano cómodo o la encerrona fácil. Pues ni caso. En vez de colocar a otro compañero o compañeros en el cartel, se deja a Talavante sólo. Él se lo guisa y él se lo come. Sinceramente, creo que debería haber partido de él el haber pedido uno o dos toreros más con los que medirse. Más que nada para haberle dado algún aliciente al festejo. Pues no, y eso que hoy en día hay una baraja de toreros interesantísimos, los cuales le habrían dado un plus de importancia a la corrida. En otro punto están los toros que se lidiaron. Una corrida chica y dócil de Zalduendo para que propiciara la diversión y, eso si, ante todo que no molestara. Y vaya que no molestaron. De la presentación de los toros casi no voy a hablar. Tan sólo que me pareció por debajo de lo por debajo que se lidia habitualmente en una plaza como Mérida. No olvidemos que Mérida es plaza de segunda categoría. Su toro, no obstante y bajo mi punto de vista es de tercera. Tan sólo hubo un toro que resaltó en cuanto a presentación: el 6º. Este al menos se tapó por la cara y puso algo de seriedad al festejo. De lo demás, decir decir lo que es decir, poco. ¡Ah si! El cuarto, de nombre "Taco" fue indultado, no por su bravura, codicia, fiereza, pelea en el caballo (sólo se le dio un puyazo y muy leve), durabilidad, etc..., sino por capricho del ganadero, torero, periodistas y taurinos en el callejón. Todos pidieron el indulto como locos, con aspavientos  exagerados. Ese hecho amigos fue el que más tristeza me produjo de la tarde. Si esto no no defienden los toreros, los ganaderos, los empresarios, los taurinos y los periodistas, ¿quién lo va a defender? ¿Los aficionados a los que no nos hacen ni caso? Irremediablemente estamos condenados al ocaso, a una fiesta light donde poco a poco la fiereza natural del toro va a ir desapareciendo en pos de un animal dócil y doméstico que no aporte nada más que nobleza y toreo fino y sin complicaciones. Esa no será entonces mi fiesta. Todavía sigo pensando los motivos por los que ese cuarto toro fue indultado. ¿Que fue noble y obediente? Sí. ¿Que humilló? También. ¿Que duró? A medias. Nada más. No creo que fuera un toro para padrear, ni por hechuras (terciadísimo) ni por comportamiento (noble hasta decir basta). En fin, misterios de la Fiesta. Talavante estuvo en su línea. He de reconocer que me gustaron algunos naturales que ejecutó con su prodigiosa mano izquierda, esa que me gustaría ver con un toro enrazado de verdad. Pero poco más. Cortó muchísimas orejas (perdí la cuenta) y hasta le cantó por bulerías al tercero de la tarde. No voy a entrar en si este hecho estuvo bien o mal. Allá cada uno. Sólo puedo decir que cuando ningún torero lo ha hecho nunca es por algo. Y es que el toro merece un respeto que a veces se le pierde de las maneras más inverosímiles. Tanta falta de respeto al toro es dar una vuelta al ruedo con él en la plaza como cantarle. Venga el despropósito del torero que venga. Lo que pasó el domingo en Mérida no es mi Fiesta. Televisión Española debería haber mostrado al público un espectáculo íntegro y emocionante en una plaza de categoría, apostando su dinero por una Fiesta seria y cabal, no un pasatiempos barato y triunfalista donde por no molestar no molestaron ni las moscas. A veces me avergüenzo de esto. Más de lo que yo querría. Estamos en manos de quien estamos, y la Fiesta se está escurriendo en el jabón que impregna las manos de quienes sujetan este jarrón. Algún día se escurrirá del todo, se caerá y se hará mil pedazos. Entonces lloraremos y nos lamentaremos cuando veamos que ya no se puede reconstruir ese jarrón tan bonito que un día heredamos de nuestros antepasados. Será cuestión de tiempo. Cada vez de menos tiempo...