viernes, 20 de marzo de 2015

El fondo y las formas...

No pensaba hablar de esto. No entraba en mis planes. Pero puesto que todo el mundo ha opinado, yo también lo haré. Y es que mucho se ha hablado en las últimas horas de lo que pasó ayer con El Soro en Valencia. A ver, vayamos por partes. El Soro ayer fue un hombre grande. Muy grande. Que alguien que ha estado marginado por todos, desahuciado por la medicina tras multitud de operaciones en su rodilla izquierda, arruinado, abandonado, cojo, en silla de ruedas, más muerto que vivo, obeso y con hábitos de sábado noche muy poco saludables, de repente se proponga una meta y la consiga, amigos, yo me quito el sombrero. El Soro, digan lo que digan, dio ayer una lección tremenda a la sociedad. Olvidémonos por un momento de las formas y vayamos al fondo. A los valores del toreo de los que tanto hablamos los aficionados para defender la Fiesta pero que luego no sabemos apreciar. El Soro ayer, sobre el ruedo de la plaza de toros de Valencia, representó los valores de la Tauromaquia, esos de los que carece la sociedad actual. Sacrificio, capacidad de lucha y de superación, optimismo, enfrentamiento cara a cara con la muerte sin trampa ni cartón -más si cabe por las pobres condiciones físicas del torero, fe en Dios y amor a la vida... A El Soro, dicho por él, en sus peores momentos, algunos compañeros toreros y amigos incondicionales (pocos), le tenían que llenar la nevera para poder comer. Así de triste. Y que después de todo lo que ha pasado este tío, sea capaz de volver a ponerse un traje de luces y enfrentarse al toro, pasado de kilos y en una precaria forma física, con 52 años y cojo, para mí es de chapó. No me duelen prendas si digo que ayer viendo la corrida me emocioné varias veces. Sí, aquello era una locura, pero una locura llena de pasión y vida. Una locura que no quería que se acabara nunca a pesar del miedo que estaba pasando. Me atrevería a afirmar que hasta no me importó apenas el tema estrictamente taurino. No me esperaba que toreara como Antoñete a sus sesenta y muchos. Eso ya lo sabía. Hubo pasajes de destoreo total, de antiestética acusada, de ventajismo, incluso de ridiculez cuando clavó la bandera valenciana en el centro del ruedo o salió a hombros sin haber cortado las dos orejas reglamentarias. (Bien es cierto también que le sacaron los chavales por propio fervor popular, como ocurría antiguamente, no porque él quisiera). De acuerdo. Eso no me gustó. Pero hubo valor. Tanto que se fue a la puerta de chiqueros a hacer una portagayola con una silla. A todo esto, sus compañeros Ponce y Manzanares no se dieron por aludidos. Ninguno captó el mensaje. Porque sí amigo: digamos lo que digamos, El Soro se comió con patatas ayer a sus dos compañeros. Los eclipsó y en la calle todo el mundo hablaba de El Soro. Casi nadie se acordaba de los veinticinco años de alternativa de Ponce o del luto de Manzanares. En arrojo y casta torera ganó Vicente. En ridículo por momentos también, aunque ese ridículo del que todos hablamos le costara una voltereta al entrar a matar a su segundo toro y la fractura de tres vértebras dorsales, lo cual lo tendrá una buena temporada en casa quietecito. Repito: me gustaría ver en una situación parecida a la del torero valenciano a tantos y tantos que lo han criticado despiadadamente. Había mucho que criticar, sí. Pero también mucho que alabar. Mucho. Y el toreo es tan grande por cosas como estas. Y los toreros son héroes por cosas como estas. No voy a entrar a valorar la condición de los toros de ayer porque no viene a cuento y porque además yo pienso que cualquier toro te puede matar. Cualquiera, sea cual sea su condición. La diferencia estriba en que unos enseñan más el peligro que otros. Dicho esto, no me gustaría volver a ver a Vicente en un ruedo. Su objetivo lo ha cumplido con creces y ahí queda eso para que alguien lo supere. Si Padilla dio una lección de vida hace tres años, El Soro ha dado tres o cuatro desde que decidió reaparecer. Se equivocó en las formas, sí. Pero no en el fondo. ¿Qué se habría dicho si no hubiera habido bandera, silla, jolgorio y destoreo? Probablemente otras cosas bien distintas...

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