jueves, 20 de agosto de 2015

Indignos de una miurada...

El pasado sábado tuve la suerte -o la desgracia, según se mire-, de asistir a la corrida de Miura que se lidió en Villarrobledo. Digo suerte porque la ganadería de Miura siempre ha sido una de mis ganaderías predilectas y siempre es un lujo y un gusto para la vista contemplar en directo un animal tan bello y espectacular. Y digo desgracia porque aquello fue todo un despropósito. Por supuesto, en ello no tuvieron nada que ver los toros que pastan Zahariche. Y es que la organización del festejo fue indigna de una corrida de tan insigne hierro. En primer lugar, al acceder a la plaza, nos encontramos con un cartel en el que ponía que los dos primeros toros de la tarde habían resultado "no utiles" para la lidia. Por lo tanto, deducimos que habían sido rechazados en el reconocimiento y que por tanto sólo veríamos cuatro miuras. Primer cabreo. Por supuesto no tenía intención de devolver la entrada, pero no pude evitar sentir una ligera decepción. En ese mismo papel, se anunciaba un sobrero de la ganadería "Herederos de Gregorio Garzón", que por otra parte nadie conocía. La corrida debía empezar a las siete en punto de la tarde y se retrasó hasta las siete y veinte minutos de la tarde. Un señor con un papel manuscrito en el que decía "estamos esperando a la ambulancia", se paseó por todo el callejón para dar cuenta del motivo del retraso. No voy a ser yo el que diga que lo de ambulancia no era cierto, pero lo que sí pude observar es que a eso de las siete y cinco de la tarde, cuando el inicio de la corrida se retrasaba ya varios minutos, el mayoral de Miura, Antonio, salió de su burladero en el callejón y se introdujo en el interior de la plaza de toros por la puerta de cuadrillas. Desconozco a dónde fue y cuál fue el propósito de su visita. un minuto antes de arrancar el paseíllo, Antonio estaba de nuevo en su burladero del callejón. A todo esto, la banda de música tampoco estaba en su lugar en el tendido antes del inicio de la corrida, como es preceptivo. Llegaron diez minutos tarde entre los abucheos y el enfado generalizado de la gente. Así las cosas, se abrió la puerta de cuadrillas y aparecieron los toreros. Otro dato significativo: no había alguacilillos. En cualquier pueblo y en cualquier plaza de toros, incluso en las becerradas, siempre hay alguien que montado a su caballo hace el despeje simulado. Aquí no. Algo que por otra parte quedó muy feo y muy poco taurino. Tampoco había programas de mano para ver el orden de los toros ni por supuesto hubo tablilla anunciadora con los datos de los animales que iban a saltar al ruedo. Cuando el segundo toro de Miura fue injustamente devuelto a los corrales por una supuesta cojera que no existía, nadie supo de quién era el sobrero. Los dos primeros miuras, los que supuestamente habían sido rechazados en el reconocimiento, saltaron al ruedo para ser lidiados. Curiosamente ambos toros se pasaron toda la lidia orinando, algo por otra parte no habitual. Desde los tendidos varios aficionados gritaron: "¡analizar el agua!". Daba la impresión de que a esos dos toros les habían dado algún diurético -medicamento para orinar abundantemente-, o de que les hubiesen inflado a agua. El Presidente del festejo tampoco se enteraba mucho que digamos. Y es que andó algo despistado. Aparte de su excesiva generosidad al conceder trofeos -se dieron demasiadas orejas a mi entender-, y de cambiar los tercios sólo con dos y tres banderillas en el lomo del toro, en más de una ocasión hizo esperar varios segundos a los matadores al saludarle con la montera en la mano porque él estaba mirando para otro lado. Los asesores, tanto el veterinario como el taurino, también dejaron mucho que desear, ya que daba la impresión de que no tenían ni idea de lo que en el ruedo estaba ocurriendo. Los acomodadores tampoco sabían de qué iba la película ya que no entendían muy bien cómo iba eso de las barreras, contrabarreras y tendidos bajos. Allí todo era fila 1. Un señor en silla de ruedas tuvo muchos problemas para acceder a la plaza porque no se encontraban las llaves de la rampa de minusválidos. En fin, un despropósito todo. En lo estrictamente taurino, hay que decir que la segunda parte de la corrida fue mejor que la primera. En los tres primeros toros hubo mucha psicosis, sobre todo por parte de Curro Díaz y Miguel Tendero, los cuales les dieron mucha leña en el caballo a sus toros. Curro en concreto no quiso ni ver a su primer Miura, el cual como ya he dicho fue injustamente devuelto. Con sus segundos enemigos estuvieron algo mejor. Al menos más confiados. Rafaelillo anduvo sobrado toda la tarde. En definitiva, resultó una corrida muy interesante sobre todo en cuanto a toros, con varios ejemplares bravos y de muy buena condición, incluido el sobrero de Herederos de Gregorio Garzón. El tercer miura en concreto sembró el pánico en el ruedo por su fiereza y allí corrió hasta el más pintado. A este toro en concreto le puso un gran par de banderillas Javier Perea. A pesar de todo, salí con cierto sabor agridulce. Contento porque había presenciado una buena corrida de una de mis ganaderías preferidas. Cabreado porque el marco y las circunstancias donde estos toros míticos se habían lidiado no habían sido todo lo dignas que merece tan emblemático hierro. Una pena. Tomen nota para la próxima, empresarios...

2 comentarios:

  1. Buenas noches Yuste. Lo de los toros orinando sin parar, en Pamplona lo llevamos sufriendo varios años ya, en detrimento del espectaculo, asi que... lagarto, lagarto. Y que el espectaculo mas grande del mundo, esta en manos de mediocres, es una verdad como un templo, como un templo muy grande ademas. Un saludo.
    Kaparra

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  2. Totalmente de acuerdo con usted. Estamos en manos de quien estamos y así nos va. Hasta que sea demasiado tarde y ya no se pueda hacer nada. Un saludo y gracias por comentar.

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