miércoles, 20 de enero de 2016

El daño del ego...

Dejen de darle vueltas. Jamás se va a llegar a un acuerdo para defender la Fiesta. Los toreros, ganaderos, empresarios y prensa taurina nunca se van a poner de acuerdo. Todos los años, cuando acaba la temporada taurina, siempre oímos la misma cantinela: que si hay que unirse, que si hay que solucionar esto, que si hay que crear algo para luchar contra los antitaurinos, que si patatín, que si patatán... La cruda realidad es que siempre decimos lo mismo y nadie hace nada. Sí. Voy a ser pesimista porque lo suelo ser por naturaleza. Y en este caso más. ¿Sabéis por qué los antis nos tienen ganada la batalla? Porque entre ellos no hay egos. Porque entre ellos no hay aspiraciones de ser más que los demás. Nosotros, sin embargo, estamos rodeados de mierda. El taurineo apesta de egoísmos y avaricias. La crisis taurina no la han provocado los antis. La ha provocado el mismo mundillo taurino. Ni Mesa del Toro, ni Congresos Internacionales por la Tauromaquia, ni siquiera la nueva Fundación que se ha creado recientemente. Nada sirve para defender nuestra Fiesta. ¿Y por qué? Pues porque todo el taurineo no mira nada más que su propio ombligo. ¿Que una feria es ruinosa? Y a mí qué me importa, que me paguen lo mucho que cobro por torear. ¿Que no hay toros en el campo? Y a mí qué más me da. Seguro que siempre quedará algo en el campo. ¿Que la Fiesta está en crisis? Seguro que la sangre no llega al río. ¿Que los antitaurinos nos llaman asesinos y boicotean los espectáculos taurinos? Vah, no pasa nada. Seguro que se aburren. Y así una y otra vez. Una cosa y la siguiente. Eso sí, que no le toquen los dineros a la figura de turno, que no le quiten el prestigio al ganadero de turno, que no le hagan sombra al empresario de turno. En este espectáculo todo el mundo mira sólo por sí mismo. Las figuras del toreo están endiosadas, no se les puede decir que hagan nada para salvar la Fiesta porque no lo hacen, no les critique porque no lo aceptan y mucho menos no se le ocurra tocarle los dineros. Los ganaderos de cierto nivel no perdonan una mala crítica y quieren ser los únicos que estén ahí arriba, alegrándose en muchos casos de los petardos de sus compañeros y fastidiándoles los éxitos de otros. Los empresarios pagan tarde mal y nunca, aun habiendo confeccionado ferias rentables. Los apoderados juegan con el dinero de los toreros y les pagan cuando estos ya no se acuerdan ni de lo que se les debe. La prueba la tienen en que hay toreros que torean treinta y cuarenta tardes con uno o a lo sumo dos vestidos de torear sólo. Que sí, que sé que liquidan al terminar la temporada. Pero también sé que cuando esta acaba, el apoderado de turno encima tiene la desfachatez de decirle al torero que le debe dinero. El colmo. Casi todos los periodistas taurinos se deben a algún torero de renombre y por tanto no son objetivos. De los pocos que hay que no se deben a nadie, los hay también quienes buscan sobre todo engrandecer su ego y ser el protagonista principal del cotarro. No todos, pero sí la mayoría. Incluso entre ellos mismos se ponen a parir en privado. También los aficionados luchan encarecidamente por ser el que más sabe de toros, el más erudito, el que mejores reflexiones hace sobre la Fiesta, el que más sale en los medios o al que más le leen y comparten en las redes sociales. Así está esto: plagado de egos, egoísmos, avaricias y afanes de protagonismo. Y mientras la Fiesta muriéndose. Pero claro, eso nos importa un carajo. Lo que nos importa es ser el mejor, estar por encima de los demás, ser el más famoso en Facebook o en Twitter, al que más se admira, el que vayamos por el patio de arrastre de la plaza de Las Ventas y oigamos decir: “¡mira, ahí va fulanito, que escribe no se dónde y habla en tal o cual programa!”. Esto rezuma podredumbre por todos lados. Por ello nunca nos vamos a poner de acuerdo. Anteponemos al entendimiento para la solución real de la Fiesta el ser más que nadie, el figurar, el quedar delante de los demás como el que más sabe de toros del mundo. Pues nada, sigan así. En no mucho tiempo van a ser protagonistas, pero de una tragedia y culpables de un despropósito. Evidentemente sé de lo que hablo porque llevo mucho tiempo moviéndome en ambientes taurinos y creerme que aquí casi todo el mundo quiere ser el más importante. Yo no me dedico profesionalmente a esto. No vivo de esto. Soy un simple aficionado que le gusta observar y callar, que es por otra parte lo más inteligente que puede hacer una persona en casi todos los aspectos de su vida. Confieso que en una época de mi vida fui muy egocéntrico con respecto al mundo de los toros. Pero recapacité. Reflexioné. Supe que estaba equivocado. Es por ello que cada día tengo más claro que mientras exista tanto ego en el mundo de los toros no se va a solucionar la crisis taurina. Podré estar equivocado. Evidentemente. Pero a día de hoy es lo que pienso y sobre todo lo que veo. Espero algún día ver más humildad por parte de todos los que formamos la gran familia taurina. Esa es la clave: la humildad. Esa sin duda será la solución a los problemas. Y si no, al menos será un buen punto de partida hacia un futuro seguro y prometedor...

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