jueves, 31 de marzo de 2016

Rodillas en tierra

Me llama poderosamente la atención lo mucho que se está toreando de rodillas actualmente. Y no sólo los toreros modestos que quieren abrirse un hueco en los puestos de privilegio, sino las mismas figuras del toreo. No todos, lo sé. A excepción de Morante y Manzanares, el resto no hay tarde que no claven al menos una rodilla en tierra. Es curioso. Tradicionalmente, el torear de rodillas siempre se ha tachado como algo poco puro en el toreo. Algo propio de toreros cutres y vulgares. Un recurso para calentar al público -que no al aficionado-, para conseguir los máximos trofeos posibles. A cuántos toreros y aficionados les he oído escupir fuego cuando hablaban del toreo tremendista, ese de los desplantes y los rodillazos. Ahora parece ser que eso ha cambiado.

De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda el torear de rodillas. Y, como digo, ese tipo de toreo ya no es exclusivo del torero que está canino y necesita contratos como el respirar, sino que también lo está haciendo la figura del toreo de turno. Ese que ya está rico y en teoría no lo necesita. ¿Por qué? Para mí tiene una explicación muy sencilla.

Hoy en día se está toreando a unos niveles tan altos que ya casi nada vale. Ya no es suficiente con pegar derechazos y naturales templados. Ya no es suficiente con poderle a los toros con un toreo ortodoxo. Incluso tampoco vale ya el torear con gusto, con arte y empaque -a excepción de Morante claro-. Hemos llegado a un punto donde los terrenos del toro no existen porque el torero los aborda sin ningún miramiento. Cuanto más cerca mejor. Esa es la consigna que impera hoy en día en el toreo. Esa y el torear de rodillas. Todo lo que se salga de ahí no vale.

Lo que más me llama la atención es que ese tipo de toreo de las rodillas en tierra y la invasión completa y por sistema de los terrenos la están imponiendo varias figuras del toreo en un afán de competencia inusitada que llevábamos varios años sin ver. Y lo más sorprendente de todo es que los chavales que vienen por debajo, esos novilleros punteros y no tan punteros, están imitando a pié juntillas lo que están haciendo esas figuras del toreo. Es muy raro hoy en día no ver a un novillero de los considerados importantes no dar al menos un par de tandas clavado de hinojos. Pero cuidado: intentando torear.

Porque esa es la gran diferencia que se ha impuesto hoy en día en cuanto al moderno toreo de rodillas. Hoy se intenta torear en el más amplio sentido de la palabra. Enganchar al animal allí delante y llevarlo allá detrás. Y si puede ser despacio y templado. A mí que nunca me ha gustado el toreo de rodillas, he de reconocer que valoro mucho esta nueva vuelta de tuerca que se le ha dado a este tipo de toreo. No obstante me sigue sin llenar. No cambio un buen natural por mil pases de rodillas por muy buenos que sean. Alejandro Talavante, con una de las mejores manos izquierda del toreo actual, paradojicamente ha sido el que a mi juicio ha puesto de moda este tipo de toreo, haciendo auténticas proezas en este sentido que, como es lógico, todos han querido imitar. Curioso.

Creo por otra parte que se le ha perdido el respeto a este tipo de toreo. Me explico. Guste más o menos, hay que reconocer que torear de rodillas es arriesgado. Siempre lo ha sido. En esa posición, normalmente el torero está vendido. Cualquier extraño del toro y eres hombre muerto. Ese tiempo que necesitas para ponerte de pié ante una adversidad inoportuna juega en tu contra. Cornadas tan graves como la de Perera en Salamanca y la de Fortes en Vitigudino el año pasado mientras toreaban de rodillas avalan lo que digo. Eso sin contar las múltiples volteretas que tarde tras tarde se llevan sobre todo los novilleros cuando quieren agradar al público con ese tipo de toreo. Se puede torear de rodillas, sí, pero sin perderle el respeto al toro. Eso nunca. Y hoy no se respeta tanto al toro. ¿Por qué? Eso daría para otro artículo completo. La excesiva nobleza y obediencia del toro actual podría ser una de las causantes de ese atrevimiento inconsciente de algunos toreros. El problema es que de vez en cuando uno se equivoca y le da por no obedecer. Pocas veces, pero alguna que otra.
Lo queramos o no, el toreo de rodillas se ha puesto de moda. Y ha venido para quedarse. Cuidado ahora con decir que no es algo puro y que ese tipo de toreo es propio de toreros chavacanos. Al público general siempre le ha gustado, no así tanto al aficionado. Las figuras del toreo en general no han toreado de rodillas. Ahora sí. Es lo que toca. Tendremos que acostumbrarnos y verle su lado positivo si es que lo tiene, siempre y cuando el que lo ejecute nos lo quiera hacer ver como mandan los cánones. Así es que a tragar paquete, que diría aquel.




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