miércoles, 31 de agosto de 2016

El poso y la dimensión...

Desde hace un tiempo vengo escuchando en muchos de los toreros que ocupan la tan complicada segunda fila del escalafón dos palabras que a veces me cuesta encajar en sus respectivos contextos: el poso y la dimensión. Como digo, no es muy difícil escuchar esas dos palabras en boca de algunos toreros cuando les preguntan por tal o cual actuación. Normalmente la palabra poso sale a relucir en toreros veteranos y la expresión gran dimensión en los matadores más jóvenes.

Creo sinceramente que ambas expresiones se utilizan para justificar actuaciones que no han sido lo rotundas que al matador de turno le hubiera gustado que fueran, ya sea por las escasas condiciones del animal que han tenido delante o porque simplemente han estado por debajo de su oponente y quieren maquillar la situación. Pero aun así y cuando el torero no ha estado del todo mal pero tampoco extraordinariamente bien y se usan esas palabras yo me pregunto: ¿en serio sirve para algo eso del poso y la gran dimensión? Me explico...
Hoy en día y, teniendo en cuenta la gran competencia que hay en el escalafón taurino, no sirve con tener actuaciones llenas de poso y gran dimensión. Hoy hay que salir a morir. Y no cuatro o cinco tardes al año como decía el maestro Antonio Ordóñez, sino quince o veinte tardes por temporada como mínimo. Hoy los toreros tienen que salir a arrimarse como perros cada tarde y a dejarse los muslos con cada toro. Si se quiere llegar a ser figura del toreo o mantenerse en ese estatus no hay otra. Todo lo demás, ruina.
Todo el mundo sabe cómo está la cosa hoy en día: hay bastantes menos espectáculos que hace unos años, muchos menos puestos, bastante dinero menos, mucha más competencia... Hoy no vale con salir y ponerse bonito. Hoy no vale con demostrar poso y gran dimensión ante un toro de triunfo que se te ha ido al desolladero con las orejas puestas porque no le has dado fiesta. Por conformismo o incompetencia, me da igual. Ambas circunstancias no se las puede permitir alguien que quiere ganar millones en esto o comprarse más fincas y no tener que venderlas pronto. “Estar sin tabaco”, como diría Antoñete, no es muy difícil. Es mucho más fácil que ponerse rico.
Por tanto, dejen de decir eso del poso y la gran dimensión cuando no han tirado la moneda cuando deberían haberlo hecho. No hay peor cosa para un torero que le digan eso de que “se le ha ido sin torear”. Además, el poso es para toreros retirados que vuelven esporadicamente en algún festival benéfico, y créeme cuando te digo que no todo el mundo sabe captarlo. El poso no es para toreros en activo. Estos deben salir a resolver todas las tardes. No hay tutía. Y si no a las pruebas me remito. Hace unos años, con una vuelta al ruedo en Madrid se daban dos vueltas a España. Hoy cortas una oreja y no te comes una rosca. E incluso con dos. Así está esto.
Hoy no valen las medias tintas. Y si no mira lo que están haciendo varias de las principales figuras del toreo. Se están arrimando como nunca. Están haciendo cosas impensables hace unos años en toreros de ese estatus. Están plantándole cara a los tres o cuatro toreros emergentes a base de arrimarse. Les están enseñando los colmillos. No quieren perder ni un ápice del terreno que han ganado durante estos años. Yo, que suelo ser muy crítico con las figuras del toreo principalmente por su encorsetamiento a la hora de matar siempre las mismas ganaderías, reconozco que están haciendo una cosa bien: están enseñando a los chavales cuál es el camino a seguir para entrar en los carteles de relumbrón y qué hay que hacer cada tarde para ganar dinero y comprarse fincas y buenos coches. Así que dejen de decir eso del poso y la dimensión. Cuando uno sabe que podía haber estado mejor es preferible no decir nada. Y es que ya lo dice el refrán: en boca callada no entran moscas.

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