jueves, 2 de noviembre de 2017

La diferencia

De todos es sabido que Francia es un ejemplo en lo taurino. Y es que en el país galo las cosas se suelen hacer mejor que aquí. Sobradamente sé que con esto no estoy diciendo nada nuevo. Se ha repetido hasta la saciedad. Es vox populi. Pero mi intención es ir un poco más allá. Y ese más allá se llama respeto por todo lo que envuelve a la Tauromaquia. Y cuando digo todo es todo.

En Francia manda la afición, cosa que aquí no ocurre. Salvo excepciones puntuales, ellos son sus propios empresarios. Y se nota. Vaya si se nota. Lo primero en el toro. Y después en todo lo demás. Pero si por encima de todo hay algo que caracteriza a la afición francesa, eso es, como digo, el respeto. Por el toro, por el torero, por su propia afición, por sus plazas, por la defensa de la Fiesta... Algo que inevitablemente te lleva a la comparación. Y en esa comparación, querido lector, salimos perdiendo por goleada.
Hay dos factores por encima de todo que son intocables para la afición francesa: el toro y el torero. El torero y el toro. El respeto por ambos. La consideración por ambos. En nuestro país sin embargo eso no es así. Al toro se le respeta en pocos sitios y al torero en casi ninguno. Y no hay más que darse una vuelta por las principales y no tan principales plazas de toros de nuestra geografía para darse cuenta de ello. Sin embargo en Francia todo es de otro color. Lo primero el toro: lo más importante. Su presencia, su integridad. Su seriedad. Pero luego el torero. La certeza de que el que está ahí abajo también es protagonista. De que ese hombre se está jugando la vida de verdad. El respeto a la persona. Al que se viste de oro pero también, y mucho, al que se viste de plata. En Francia se le exige al torero pero también se le respeta. Y se le respeta con una sutilidad y delicadeza admirable. En España, como no, también se le exige pero no se le respeta de la misma manera. Como si ese oficio de ser torero fuera cualquier cosa. Y todos sabemos que no es así.
Francia es un ejemplo en todo. En lo que ya sabemos y en lo que no. En la forma de confeccionar sus ferias. En el respeto al toro. En el trato a los toreros. En la consideración a su propia afición. A la importancia que esta tiene en el devenir de su Fiesta. Suena a tópico, lo sé. Pero nunca un tópico fue tan verdadero. Francia es un ejemplo y debemos seguirlo porque es beneficioso para nuestra Fiesta. Y debemos seguirlo en todos los aspectos. Queramos la Fiesta como ellos la quieren. De lo contrario, en no mucho tiempo, tendremos que viajar hasta allí para ver un espectáculo digno en toda su expresión. Lástima que esté tan lejos.

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