Fue en mi último artículo, hace justo
ahora quince días, donde traté de forma exclusiva la figura de Enrique Ponce. Y
hoy, en esta colección de palabras, me gustaría cerrar la trilogía Ponce-José
Tomás hablando o al menos reflexionando en exclusiva sobre el diestro de
Galapagar.
Vaya por delante que yo siempre he sido
muy de José Tomás. Más que de Enrique Ponce. ¿Por qué? Eso mismo me he
preguntado yo en multitud de ocasiones. Había, hay algo en el torero de
Galapagar que siempre me ha llegado mucho. Su pureza, su verdad, su forma de
jugarse la vida sin trampa ni cartón, su mano izquierda, su misticismo, sus
silencios...Todo eso y muchas cosas más que seguramente estéis pensado los
tomasistas confesos que ahora os estéis tomando la molestia de leerme. Pero en
el caso de José Tomás también hay aspectos negativos que deben ser reconocidos
incluso por los que si hiciera falta, mataríamos por él.
No voy a volver a repetir aquí lo que ya
dije en su momento acerca de la imposición de determinadas ganaderías y
altísimos honorarios en cuyos aspectos el torero de Galapagar fue pionero y que
muchos otros toreros, incluido Ponce, se tomaron la molestia de imitarle. Y no
lo voy a repetir porque lo considero negativo para la Fiesta. De lo que
realmente quiero reflexionar aquí es de si realmente José Tomás ha sido un
torero sobrevalorado por la afición y la prensa o si realmente es el mito que
muchos afirman que es. Incluso me gustaría hablar y dudar de la mayor cualidad
que siempre se le ha cantado al torero madrileño: su valor.
José Tomás tomó la alternativa en
diciembre de 1995 en Méjico. En su confirmación de alternativa en Madrid el año
siguiente ya dio un muy serio toque de atención y fue en 1997 cuando
definitivamente reventó el toreo con grandes triunfos en las principales plazas
de toros del orbe taurino, fundamentalmente Madrid. Su trienio de mayor
esplendor fue de 1997 al 2000. En esos tres años no tuvo rival. Bajó su nivel
en 2001 y a finales de la temporada 2002 se retiró. Volvió 5 años después y
desde entonces ha intercalado temporadas de torear más -no más de veinte
corridas la temporada que más ha toreado-, de torear poco, de cornadas muy
fuertes e incluso de años de no torear ni una corrida de toros. ¿Por qué? He
ahí el meollo del asunto.
Muchos dicen que todo se debe a una
campaña de puro márketing. Cuanto menos torea más expectación genera y más
gente lleva a la plaza. Y más un torero tan misterioso como él del que se ha
llegado a decir que quiere morir en el ruedo, cosa con la que nunca he estado
de acuerdo. Si a todo esto sumamos su negativa constante a ser televisado,
entendemos la expectación que genera cada vez que hace el paseíllo. Y todo ello
unido se traduce en euros. Muchos euros.
Otros dicen que torea tan poco porque está
rico y no necesita el dinero. (Recordemos que José Tomás es probablemente el
torero mejor pagado de la historia del Toreo). Otros dicen que físicamente no
puede aguantar una temporada entera, ya que a sus 42 años recién cumplidos suma
un buen número de cornadas graves y multitud de golpes consecuencia de su
particular forma de torear. Los más avezados dicen que torea tan poco porque los
artistas de su nivel deben de prodigarse poco, que no deben saturarse con
facilidad, que deben espaciar mucho sus actuaciones para que les llegue la
inspiración y hagan de cada corrida un auténtico acontecimiento histórico.
También dicen que un torero de su calado no puede televisarse porque pierde
auntenticidad y que hay que verlo en directo. Y es que la televisión es muy
fría sí. Todo eso está muy bien pero..., hay muchos peros.
Actualmente hay toreros que están ricos y que
están toreando 50 o más corridas de toros al año. Hay toreros con la edad de
José Tomás, incluso mayores que él, que están toreando 50 o más corridas de
toros al año. Hay toreros cosidos a golpes y cornadas que están toreando 50 o
más corridas de toros al año. Hay toreros con fama de artistas -los que más en
contra del medio televisivo podrían estar-, que no sólo se dejan televisar,
sino que llevan 20 años toreando 50 o más corridas de toros todos los años. Y
lo más importante: hay toreros que llevan muchos años haciendo lo que no hace
el torero de Galapagar: acudir a las principales ferias taurinas del país. A
esas cuya plaza es de primera categoría. A esas donde sale el toro serio, el
que asusta. 10 años lleva José Tomás si pisar Madrid. Y muchos más -ya ni me
acuerdo-, que no acude a Sevilla, Bilbao, Pamplona y Zaragoza. La excepción a
esta norma quizá sea sus puntuales comparecencias en Barcelona -con la
que le une un sentimiento muy especial-, Nimes y San Sebastián en los últimos
años. Nada más.
Ahora yo me pregunto: ¿cuál es el misterio
de José Tomás? ¿A qué responde su manera de actuar? ¿Es egoísmo? ¿Es puro
marketing para poder seguir manteniendo su alto nivel de honorarios por
corrida? ¿Torear es para él un simple entretenimiento que ahora hace y ahora no
según su apetencia? ¿Tiene realmente afición José Tomás? ¿La ha tenido alguna
vez en el grado de los que llevan 20 o más años partiéndose el pecho en todas
las ferias de España, Francia y América? ¿Realmente tiene el valor que todos le
presuponemos que tiene? ¿O el valor de verdad es aquel que te hace estar tantos
años al pie del cañón, sin retiradas, sin descansos, y acudiendo a todas las
ferias más importantes del circuito taurino compartiendo además cartel con
todas figuras del toreo sin excepción? ¿Acaso los demás toreros, o al menos
algunos de ellos, no arriesgan tanto o más que José Tomás durante inumerables tardes
al año? ¿Generaría José Tomás tanto interés en los medios de comunicación y en
el aficionado si toreara al año 50 corridas de toros? Preguntas, preguntas y
más preguntas que no hacen sino tejer una cortina de duda en torno al torero de
Galapagar. Y esa duda no hace otra cosa que agrandar el mito cada vez más.Y
repito, habla un tomasista confeso. Un tomasista que duda.
Desde bien pequeño me
enseñaron a dudar de todo lo que me rodeaba. Y con el tiempo me di cuenta de
que la duda es buena. De que la duda limpia las mentes. Con este artículo no
pretendo modificar tu opinión sobre José Tomás. Yo tengo la mía y tu tienes la
tuya. Pero hacerse preguntas es bueno. Muy bueno. Y lo que ya es la leche es
encontrar las respuestas a esas preguntas.
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